OPINIÓN EXPERTA: Prof. PHILIPPE HUMBERT, Besanzón, Francia
El profesor HUMBERT es un dermatólogo internacionalmente reconocido basado en Besanzón. Es profesor universitario de medicina y farmacia, actividad que compagina con la investigación. Gracias a su exitoso equipo de investigación y a sus colaboraciones, ha llevado a cabo un número importante de innovadores proyectos de investigación sobre la piel. A continuación, reproducimos parte de un curso que impartió en Instagram.
Nuestra piel está formada por tres capas:
■ Epidermis: Es la parte más superficial de la piel. Nos protege del mundo exterior y limita la pérdida de agua, que representa el 70 % de nuestro organismo. ■ Dermis: incluye las fibras y las células de colágeno —los fibroblastos—, unas células cutáneas esenciales que evolucionan en la matriz extracelular (una combinación de agua y azúcares que incluye el ácido hialurónico o el herparán sulfato que tienen la capacidad de retener el agua). La dermis es la responsable d e la elasticidad de la piel. ■ Hipodermis: tejido adiposo, formado por adipocitos y lugar de almacenamiento de la energía.
La piel es un órgano, igual que el corazón o el hígado, y, como tal, posee una unidad de forma y de estructura propias que desempeñan una función de protección y barrera muy importantes. Se compone de células ubicadas todas ellas en un entorno extracelular atravesado por los vasos a fin de nutrir la piel, así como los nervios que aportan sensibilidad a la piel.
Las células de la dermis, denominadas «fibroblastos», son muy importantes. Son las células que crean nuestra piel, que ayudan a que las fibras de colágeno se unan y formen largas trenzas que doten la piel de firmeza y elasticidad. Las fibras de colágeno tienen un tamaño entre 100 y 1000 veces más grande que los fibroblastos.. Intervienen en el proceso de curación. Tras una lesión, los fibroblastos acuden inmediatamente al lugar afectado para producir colágeno y rellenar la herida.
Por desgracia, los fibroblastos son células sometidas al envejecimiento. Los fibroblastos sanos se transforman en células cuyo nombre no debemos olvidar: los miofibroblastos. Estas células poseen fibras musculares: la actina músculo liso alfa. Se trata de un fibroblasto con músculo y es una célula muy activa.
En mi centro de investigación de Besanzón, hemos realizado un estudio que demuestra que cuando la piel recibe estimulación mecánica a partir de una determinada frecuencia (endermologie® rostro), los fibroblastos se transforman en miofibroblastos, que permiten a la piel reducir las arrugas y la ptosis (caída). Cada vez que tocamos y modelamos la piel, enviamos estímulos a la célula para que se transforme en un miofibroblasto.
Cuando la piel, durante toda la vida, tiene que hacer frente a las contracciones musculares a consecuencia de las expresiones, intenta mantenerse tensa y no arrugarse; para ello, recurre a la transformación de los fibroblastos en miofibroblastos. Pero, en algún momento, la piel se cansa, ya que por la exposición solar, pierde parte de su capacidad protectora. Es entonces cuando aparecen las arrugas y los hoyuelos en la piel. Los fibroblastos están cansados, por lo que hay que estimularlos. Para estimular a un atleta, hay que montarle en la cinta de correr. Pequeños gestos realizados a mano o con dispositivos de estimulación mecánica estimulan los fibroblastos, que empiezan a rejuvenecer hasta convertirse en miofibroblastos. Y lo más increíble es que hemos demostrado que con seis semanas de estimulación mecánica, se renueva todo el colágeno de la piel y se producen el 45 % de elastina y el 80 % de ácido hialurónico. ¡Sin tener que inyectarlo! La estimulación mecánica con endermologie® rejuvenece la piel mediante la activación de los fibroblastos.
¿QUÉ DEBERÍAMOS HACER CONTRA EL ENVEJECIMIENTO EN GENERAL? Cuando estimulamos una célula por esta vía, la célula rejuvenece, pero necesita energía. El organismo necesita estar bien nutrido. Con la edad, el intestino deja de absorber las calorías y las vitaminas correctamente. Por consiguiente, hay que dar al cuerpo estas vitaminas adicionales. Cuando administramos vitaminas a un paciente, le estamos dando una sustancia imprescindible para el organismo. Sin vitamina D, no podemos vivir. Sin vitamina C, tampoco. Pero estas sustancias, a diferencia del colesterol, la creatinina o la albúmina, producidas por nuestro organismo, son sustancias esenciales para la vida y nuestro organismo no las produce. Por eso el término «vitamina» implica que es algo que debemos conseguir de fuera, de los alimentos. No es una simple tónica. Si a nuestro intestino le cuesta funcionar o ha envejecido, las vitaminas que ingerimos no bastarán. Sobre todo a partir de los 45-50 años, tenemos que abastecernos de vitaminas en grandes cantidades para que las células dispongan de todo lo que necesitan para que los fibroblastos se conviertan en miofibroblastos que hagan todo el trabajo.
EL ENVEJECIMIENTO NO ES UNA CATÁSTROFE Está claro que cada uno tiene su propia genética. Cuando estimulamos la piel mecánicamente, estimulamos los fibroblastos pero, ante todo, la microcirculación. Esto se puede apreciar desde la primera sesión, con una mejora en la luminosidad de la piel; así lo hemos constatado en el estudio que hemos realizado. Después de una sesión, la persona siente inmediatamente un efecto positivo: se siente guapa, con un rostro brillante. Si se continúa con las sesiones, aparecen otros efectos: una mejora significativa en los índices de gravedad de la ptosis, y la producción de ácido hialurónico, de colágeno y de elastina.
Desde hace poco, los grandes laboratorios han empezado a hablar de la mecanobiología, un ámbito de intersección entre la biología, la física y la bioingeniería, que estudia la manera en que las fuerzas mecánicas influyen en el comportamiento celular. Pero la mecanobiología surgió hace más de 20 años en dos universidades: Besanzón y Ginebra. Se ha investigado mucho para entender el mecanismo de la formación de arrugas. La mayoría de células tienen receptores capaces de percibir las señales mecánicas. Con la estimulación de la piel basta para activar estos «receptores mecánicos» y los genes.
IMPORTANTE: UNA BUENA NUTRICIÓN Necesitamos 1 gramo de vitamina C al día. Se supone que una naranja contiene 400 mg de vitamina C. Esto significa que dos naranjas son suficientes para obtener la dosis diaria. Así nos lo contaban nuestros abuelos: «Sabes, en Navidad solíamos comer naranja». Era algo importante. Pues bien, hoy parece ser que una naranja contiene 40 mg de vitamina C, por lo que no es suficiente. En lugar de tomarnos diez naranjas, recurrimos a los suplementos para complementar nuestra dieta. Lo mismo ocurre con la vitamina B9, la vitamina B12 y la vitamina D, que, a partir de cierta edad, deben proporcionarse en forma de suplementos alimentarios. La buena salud de la piel implica, asimismo, no exponerse al sol. El sol es muy perjudicial, daña la piel y hace que esta consuma sus factores de protección, que son los que combaten los radicales libres. Ingerimos mucho más azúcar del que necesitamos. ¡En un año, tomamos la misma cantidad de azúcar que nuestros abuelos durante toda su vida! Y eso es una cantidad considerable. El azúcar está en todas partes: en los pasteles, en las comidas preparadas. Debemos andarnos con cuidado porque estos azúcares fomentan el envejecimiento al inducir la glicación. Los azúcares se depositan en las fibras de colágeno, que las hacen frágiles y rígidas, pierden su elasticidad y flexibilidad. Cuando hay un exceso de azúcar en las fibras de colágeno, el envejecimiento es casi inevitable. El azúcar es una droga y, por sus efectos, el páncreas produce demasiada insulina, que almacenará grasas y nos hará sentir hambrientos, de modo que comeremos más para almacenar más. Muchas veces se requiere la intervención médica para bloquear la secreción de insulina con un fármaco que ponga fin a este círculo vicioso.
Ingerimos mucho más azúcar del que necesitamos. ¡En un año, tomamos la misma cantidad de azúcar que nuestros abuelos durante toda su vida! Y eso es una cantidad considerable. El azúcar está en todas partes: en los pasteles, en las comidas preparadas. Debemos andarnos con cuidado porque estos azúcares fomentan el envejecimiento al inducir la glicación. Los azúcares se depositan en las fibras de colágeno, que las hacen frágiles y rígidas, pierden su elasticidad y flexibilidad. Cuando hay un exceso de azúcar en las fibras de colágeno, el envejecimiento es casi inevitable. El azúcar es una droga y, por sus efectos, el páncreas produce demasiada insulina, que almacenará grasas y nos hará sentir hambrientos, de modo que comeremos más para almacenar más. Muchas veces se requiere la intervención médica para bloquear la secreción de insulina con un fármaco que ponga fin a este círculo vicioso.
CUIDAR LA PSIQUE No debemos olvidar el sufrimiento moral. Todas mis consultas acaban con la misma pregunta: «¿Has pasado por momentos difíciles en la vida?». Pues bien, la mitad de los pacientes rompen a llorar y empiezan a contarme su historia. Hay que saber que la piel y el sistema nervioso central comparten el mismo origen embriológico. El cerebro y la piel están hechos de las mismas células. Estas células a veces se diferencian en células neurológicas y, otras, en células epidérmicas. Por lo tanto, la piel debe tener funciones celulares neurológicas en alguna parte. Sabemos que los queratinocitos —las células de la epidermis— pueden padecer adicciones. Por ejemplo, una persona que toma el sol liberará endorfinas procedentes de estas células cutáneas; un poco como la morfina. Y si pedimos a esta persona que deje de tomar el sol, se sentirá mal, como si le faltara algo. El proceso de cuidar de la psique es muy importante. No hay que decir nunca «está en tu cabeza». En su lugar, mejor decir «¿Tienes problemas morales? ¿Has pasado por acontecimientos dolorosos, un divorcio, violencia durante la infancia, ataques, o un incendio en casa? ». Una vez, allá por 1988, cuando escribí el capítulo de un libro titulado «De la depresión a la inmunodepresión», cuantificamos los acontecimientos dolorosos. Se le daba mucha importancia a la pérdida de un cónyuge. Hoy, no se considera tan importante. Pero todos estos sucesos tienen un papel en el envejecimiento.
¿COMO CONSERVAMOS LA PIEL? Primero, hay que saber que la genética no alberga todas las respuestas. Existe también lo que llamamos la «epigenética», es decir, todo lo relacionado con la genética, como la dieta, la exposición al sol, la contaminación, el estrés y el cuidado de la piel. Una persona que cuide de su piel, que se haga masajes, que se la limpie adecuadamente con productos no agresivos, que utilice la cosmética idónea, que acuda al centro de belleza de vez en cuando para cuidarse la piel, es una persona que se preocupa por su piel y que combate los efectos de la genética. No hay que desesperarse al ver a nuestros padres ni pensar que envejeceremos como ellos. Una mujer de 50 años sabe que puede tomar hormonas para la menopausia, algo que su madre y su abuela no pudieron hacer. Hoy, existen hormonas naturales que son compatibles con la menopausia. Disponemos de todas las herramientas para combatir y sobrellevar el envejecimiento. También podemos luchar contra el envejecimiento con endermologie®, una terapia que contiene la palabra «dermis». Al estimular la piel, la curamos, generamos piel nueva, sustituimos la piel vieja con piel nueva, así que sin duda la rejuvenecemos.
UNA FILOSOFÍA DE VIDA Para sentirnos bien con nosotros mismos tenemos que estar bien mentalmente. Por desgracia, todos nos enfrentamos a situaciones dolorosas, a la imposibilidad de alimentarnos bien y a las enfermedades. Las enfermedades crónicas generan un envejecimiento particular. Una persona diabética tendrá que hacer un esfuerzo adicional para proteger su piel. Profesionales como los médicos o las esteticistas pueden ayudar a estas personas y aportarles el suplemento que necesitan, ayudándoles así a no envejecer prematuramente. Hablamos de medicina natural y cuidados naturales, muy alejados de las inyecciones y todas las cosas artificiales que tenemos que hacer. Lo natural debería prevalecer por encima de todo lo demás, esto es obvio. No queremos rejuvenecer en exceso, tan solo queremos conservarnos bien.
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