La cesárea es el procedimiento quirúrgico realizado por obstetras más habitual. Esta cirugía puede prevenir de forma efectiva la mortalidad materna y neonatal cuando se practica por motivos médicos. A nivel global, el número de cesáreas practicadas ha aumentado en las últimas décadas. Según las estimaciones más recientes relativas a 150 países, el 21 % de los nacimientos se producen por cesárea, con promedios que abarcan entre el 1 % y el 58 % en función del país. La OMS estima que el número de cesáreas practicadas se ha casi triplicado en 25 años, y ha pasado del 6,7 % en 1990, al 19,1 % en 2014. En Francia, el papel preponderante de las matronas en el seguimiento de embarazadas, la educación y las sesiones de preparación al parto, así como la revisión entre pares sistemática de las indicaciones aplicables a las cesáreas, han permitido estabilizar el número de cesáreas en un 20 % desde comienzos de la década de los 2000 (1, 2).
Las adhesiones abdominales / pélvicas son franjas fibrosas (una especie de telaraña rígida) que se forman entre los órganos abdominales o entre el perineo y la pared abdominal, y se producen inmediatamente después de una cirugía, de forma totalmente impredecible. La incidencia reportada de desarrollo de adhesiones tras una primera cesárea varía entre el 46 % y el 65 %. La densidad de las adhesiones también puede variar considerablemente, y su tamaño y ubicación pueden repercutir en los efectos clínicos. Las adhesiones son especialmente gruesas y densas si se han practicado varias cesáreas. Un estudio retrospectivo con 542 pacientes ha demostrado que el porcentaje de mujeres con adhesiones aumenta con cada cesárea (2).
Las adhesiones intraabdominales pueden complicar los procedimientos quirúrgicos y alargar su duración, aumentando así el riesgo de infección y de pérdida de sangre. También pueden alterar el parto cuando se practican cesáreas de urgencia y ocasionar complicaciones más adelante, como infertilidad, obstrucción del intestino o dolor pélvico crónico (3).
La cicatrización y la formación de adhesiones son procesos controlados por factores inflamatorios, hormonales y genéticos; por consiguiente, dependen de la persona. Existe una asociación entre los problemas de cicatrices, como los queloides, y las adhesiones intraabdominales densas. Un estudio muy reciente ha puesto de manifiesto que las mujeres que presentan un cuadro de estrías graves tienen adhesiones intraperitoneales gruesas. Las mujeres con adhesiones intraperitoneales presentan unas cicatrices más vasculares, hiperpigmentadas, menos flexibles e hipertróficas (4), confirmando así que tales adhesiones se dan en personas con problemas de cicatrización (3).
No existe ningún método único, validado y estandarizado que permita evaluar o describir las adhesiones intraabdominales. Hasta ahora, los investigadores se han servido de sistemas de puntuación que resultan complicados. Las adhesiones se pueden evaluar en función de su ubicación, la gravedad (de frágil a cohesiva), el alcance, la afectación de órganos adyacentes, como la vejiga, el intestino y el epiplón (un tejido adiposo que cubre los órganos del abdomen y peritoneo) (3).
Entre las opciones de tratamiento de cicatrices derivadas de cesáreas se incluyen algunos métodos no quirúrgicos, como la presoterapia, la inyección de fármacos local, la luz pulsada intensa y el láser terapéutico. Estos tratamientos mejoran parcialmente la aparición y el prurito, pero no solucionan la depresión derivada de ciertas cicatrices.
El tratamiento quirúrgico se utiliza muy a menudo y consiste en cortar la cicatriz a lo largo de la incisión original y eliminar las adhesiones ubicadas entre la grasa subcutánea y la pared muscular abdominal. Sin embargo, estos tratamientos quirúrgicos conllevan una incidencia muy elevada de nuevas adhesiones, así como la formación de nuevas cicatrices. Los injertos de grasa autóloga o lipofilling se utilizan a menudo para tratar los defectos del contorno corporal. La grasa contiene células madre que poseen un potencial regenerador muy notable, así como la capacidad de reparar el tejido dañado. Por consiguiente, la grasa puede incidir en la cicatrización, la restauración del tejido blando y la remodelación de cicatrices (5). Además de su capacidad volumétrica, la grasa ayuda a estimular el crecimiento y la calidad de la piel y los tejidos adyacentes.
Un estudio reciente realizado con 36 pacientes evaluó la efectividad del lipofilling, combinado con un tratamiento quirúrgico, para remediar las adhesiones causadas por las cicatrices de cesáreas. Todas las pacientes presentaron una mejora significativa en el aspecto, la textura y la depresión de la cicatriz en los 12 meses de seguimiento. Las puntuaciones obtenidas en color, dolor, prurito, dureza, movilidad y aspecto de la cicatriz después del lipofilling mejoraron considerablemente si se comparan con las puntuaciones previas al tratamiento. Ninguna de las pacientes reportó efectos adversos graves. El trasplante de grasa autóloga, combinado con la supresión de adhesiones, puede ser una buena opción de tratamiento para las cicatrices producidas en la pared abdominal a raíz de una cesárea. Se trata de un método eficaz y mínimamente invasivo para lograr unos buenos resultados estéticos y funcionales (5).
Los tratamientos endermologie® (técnica LPG®) ofrecen un enfoque más natural y no invasivo, ya que permite tratar cicatrices recientes y antiguas, gracias a la movilización indolora de los tejidos a fin de recuperar la flexibilidad y la elasticidad tisular. Se recomiendan especialmente en el tratamiento de adhesiones. Son muchos los fisioterapeutas equipados que consiguen muy buenos resultados en el tratamiento de cicatrices adherentes con todo tipo de origen. Estos tratamientos se recomiendan, en particular, como medida preventiva para aquellas personas que tienen problemas de cicatrización y que son más susceptibles de desarrollar adhesiones. Las propiedades de drenaje y defibrosantes de la técnica LPG® permiten realizar una intervención temprana e indolora en las cicatrices, impidiendo que sigan por el mal camino, con unas consecuencias más o menos invalidantes en el medio y el largo plazo, sin entrar en el componente antiestético.
FUENTES : 1. Dumont, Alexandre, et Christophe Z. Guilmoto. « Trop et pas assez à la fois : le double fardeau de la césarienne », Population & Sociétés, vol. 581, no. 9, 2020, pp. 1-4. https://www.cairn.info/revue-population-et-societes-2020-9-page-1.htm 2. Lyell DJ. Adhesions and perioperative complications of repeat cesarean delivery. Am J Obstet Gynecol. 2011 Dec;205(6 Suppl):S11-8. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22114993/ 3. Herzberger EH et al. Adhesions at repeat cesarean delivery: is there a personal impact? Arch Gynecol Obstet. 2015 Oct;292(4):813-8. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25877223/ 4. Elprince M. et al. Prediction of intraperitoneal adhesions using striae gravidarum and scar characteristics in women endergoing repeated cesarean sections. BMC Pregnancy Childbirth. 2021 Apr 9;21(1):286. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33836692/ 5. Li SH et al. Autologous fat transplantation for the treatment of abdominal wall scar adhesions after cesarean section. J Plast Surg Hand Surg. 2021 Aug;55(4):210-215. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33530846/
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